Se puede nacer con un coño, o se puede adquirir mediante cirugía.
En la parte exterior de la vagina se aprecian los labios mayores, los labios menores y el prepucio. La desembocadura de la uretra (el conducto urinario) está situada justo encima de la abertura vaginal. Un poco más arriba de la desembocadura de la uretra está el clítoris o, más exactamente, el glande del clítoris.
Los labios mayores suelen ser de piel común, pero son sensibles al tacto y se hinchan con la excitación sexual. Están cubiertos de pelo y puede presentar un tono algo más oscuro que el resto de la piel.
Los labios menores se extienden desde el glande del clítoris hasta alrededor de la abertura vaginal y pueden mostrar distintos colores, formas y tamaños. Muchas personas tienen, por ejemplo, un labio menor largo y otro corto. En la excitación sexual se inflan y son particularmente sensibles al contacto. El exterior de los labios menores está compuesto por piel normal y el interior por una mucosa. Por tanto, evita lavar el interior con jabón convencional, ya que puede resecar e irritar la mucosa, aumentando el riesgo, entre otros, de hongos. Muchos se conforman con agua del grifo, pero se pueden adquirir también jabones íntimos especiales para ello.
EL CLÍTORIS
Encima del clítoris hay un prepucio, al que a veces se suele aludir como capuchón del clítoris. Muchas se masturban o les gusta que les acaricien presionando o tocando el prepucio situado sobre el clítoris.
El glande del clítoris, que se aprecia en el exterior de la vagina, posee la mayor concentración de terminaciones nerviosas de todo el cuerpo humano, muchas más de las existentes en el glande del pene, lo que hace que el del clítoris sea particularmente sensible al contacto. Para muchas personas, el clítoris es un punto esencial del goce sexual. Son muchas también a las que les gusta que le acaricien el clítoris, les laman o les apliquen vibradores, y en torno al 70% de las personas con vagina necesitan que les estimulen el glande del clítoris para tener un orgasmo.
El clítoris contiene, al igual que el pene, cuerpos cavernosos que se llenan de sangre e hinchan con la excitación sexual. Eso hace que el glande del clítoris se ponga duro, dando casi la impresión de desaparecer bajo el prepucio. Las personas a las que se administra testosterona (por ejemplo, durante un tratamiento hormonal para la reafirmación del sexo) suelen experimentar un agrandamiento permanente del clítoris, tanto en estado fláccido como erguido. También hay cuerpos cavernosos alrededor de la abertura vaginal, en los labios de la vulva, en torno a la uretra y en el interior del perineo. Cuando estás caliente se hinchan estas zonas, volviéndose más sensibles al contacto.
El clítoris tiene un tamaño muy superior al de su glande exterior. Desde el glande, el clítoris prosigue mediante unas “piernas” que se extienden a lo largo del pubis, un par de centímetros hacia el interior del cuerpo y por dentro de los labios, circundando tanto la desembocadura de la uretra como la abertura vaginal. Estas “piernas” pueden estimularse aplicándoles masajes y presionando sobre ellas desde el exterior del cuerpo, o bien desde el interior de la abertura vaginal. Del clítoris parten unos nervios hacia el interior del muslo, lo que hace que muchos disfruten al ser acariciados en este punto.
Cuando te excitas aumenta el riego sanguíneo en la zona de la vagina. Las paredes vaginales y las glándulas del interior y la abertura de la vagina segregarán una mayor cantidad de fluido. A esto se le llama lubricación, y no debe confundirse con los flujos, que es algo distinto. La lubricación es importante para un placentero sexo vaginal y ayuda además a proteger las mucosas de la vulva. La cantidad de lubricación varía según la persona y también la ocasión. Una lubricación insuficiente puede deberse, por ejemplo, a los nervios, a la preocupación o a la ansiedad relacionada con el rendimiento, aunque puede estar también causada por fármacos o enfermedades. Un buen punto de partida para propiciar la lubricación es estar excitado sexualmente y con confianza en ti mismo. Ahora bien, si tienes problemas crónicos puedes consultar con tu matrona/ginecólogo para que te asesore y ayude.
EL HIMEN
En el exterior de la vagina hay un tejido mucoso, que, sin embargo, no es una membrana que pueda perforarse, lo cual desmiente el ancestral mito del sangrado o dolor en el estreno sexual de la mujer. En las personas jóvenes este tejido puede ser angosto, pero suele ensancharse de forma natural al llegar la pubertad. Al introducir algo en la vagina el tejido puede dilatarse y, en ocasiones, sangrar las primeras veces. Sin embargo, no desaparece.
El interior de la vulva tiene una profundidad aproximada de 10 cm, pero con la excitación sexual aumenta ligeramente tanto de tamaño como de longitud. La vagina da paso al portio (u hocico de tenca), que marca el inicio del útero. Aproximadamente a mitad de camino hasta allí, en la cara delantera del interior de la vagina (a una profundidad de un par de centímetros) se halla el denominado “punto G”, una zona rugosa especialmente sensible al contacto. Lo puedes encontrar fácilmente introduciendo un dedo en la vulva y apuntando hacia el ombligo. A muchas personas les gusta que les estimulen el punto G aplicándole presión y masajes, antes que con caricias suaves. A veces se puede estimular también el punto G a través del ano oprimiendo en dirección al ombligo.
HIGIENE
La vagina se limpia por sí sola y no debe lavarse por el interior de la abertura vaginal. Sobre los labios de la vulva y junto a ellos se forma el esmegma, una especie de secreción que ayuda a proteger la piel y las mucosas. No uses jabón convencional para lavar los labios y la zona próxima a la vagina, puesto que reseca las mucosas, aumentando el riesgo, entre otros, de hongos. Muchos se conforman con agua del grifo, pero se pueden adquirir también jabones íntimos específicos para ello.
ORGASMO Y EYACULACIÓN